15/06/08
La inflación, la falta de crédito y la presión fiscal acercan el escenario a la época del dólar a un peso. La sola mención del problema cuando todos creían haber encontrado el antídoto genera escalofríos por sus posibles consecuencias. La barrera de protección que significó la devaluación para la industria nacional se está perdiendo y ya hay signos de que está cerca el fin de uno de los motores de la recuperación económica y el posterior crecimiento: la sustitución de importaciones por productos argentinos con su correlato positivo en la generación de empleo y mejores salarios …
Fuente: Diario Los Andes
El impacto de la inflación sobre el tipo de cambio real, un sistema impositivo heredado de los ‘90 (que permite que un producto terminado que cotiza en euros se comercialice en el país más barato que un producto mendocino), la falta de crédito, la crisis energética y de materias primas y años de crecimiento económico sin inversión productiva suficiente le están pasando factura a un sector productivo en riesgo de caer en recesión.
“La Argentina dejó de producir. Lo que hacemos aquí, en el mejor de los casos, es sólo doblar chapas. Nunca despegó la fabricación de motores, que son brasileños, ni los componentes eléctricos y electrónicos que son europeos. Aquí sólo es la mano de obra con salarios devaluados. Yo nunca dejé de importar desde hace tres años hasta ahora, porque aquí no se produce nada. Estamos gobernados por necios que no quieren ver nada”, señaló Pablo Mauad, ingeniero industrial propietario de Intrial,una industria metalmecánica dedicada a la fabricación de maquinarias para hacer vinos como prensas, moledoras, tanques de acero inoxidable y bombas.
“La distorsión impositiva de las materias primas hace que las máquinas italianas (sus principales competidores) sean más baratas que las argentinas. Encima tenemos un 5% de retenciones. Aquí todos los materiales, como el acero inoxidable, pagan impuestos, pero si se importa la máquina completa no se paga impuesto. Estos viene desde Cavallo y hasta ahora no se cambió nada”, reclamó Mauad.
“Es un problema grave. Tenemos competencia nacional, pero en el último tiempo ha empezado a entrar mucha maquinaria de Italia con facilidades de cámaras y agrupaciones de ese país en la Argentina que ofrecen líneas de financiamiento a muy bajo interés y plazos largos para la compra exclusiva de estas máquinas. Entran estos bienes de capital exentos de impuestos, cuando nosotros, que no tenemos acceso a crédito, sí tenemos que pagar impuestos cuando importamos partes o componentes para fabricar estos equipos. Esto mata la industria nacional”, reclamó Andrés Concatti, gerente administrativo de Fast Mecanizados, una industria que fabrica líneas de fraccionamiento para bodegas y aceiteras.
Cuestión de precios
Bajo el espejismo del superávit de la balanza comercial de la Argentina se esconde una situación que preocupa por su impacto en el nivel de actividad económica y en la generación de empleo: el fuerte crecimiento de la importación (ver aparte). Si se analizan los últimos tres años, las importaciones en facturación de la Argentina pasaron de U$S 22.445 millones en 2004 a U$S 44.780 millones en 2007, mientras que las exportaciones pasaron de U$S 34.550 a U$S 55.933 millones. Esto significa que mientras las importaciones se duplicaron, las exportaciones crecieron 61% en facturación.
Pero lo más grave es que las exportaciones crecen por precios y no por cantidades. Las cotizaciones internacionales récord de la soja, cereales, granos y el petróleo marcan la tendencia y esconden una realidad que muestra cómo en cantidad cada vez Argentina exporta menos.
En contraposición, las importaciones crecen sostenidamente a tasas mayores que las exportaciones de la Argentina, tanto en precios como en volumen, quitándole espacio a la producción nacional.
Pero estas variables macroeconómicas tienen su impacto. Y bien cerca. Basta mirar la etiqueta de la ropa que se usa, los zapatos, el origen brasileño de los electrodomésticos o la fabricación europea de las maquinarias. Y, aunque no lo digan, el origen de los materiales y componentes ya son mayoritariamente importados.
“Se perdió la ventaja competitiva que se tenía con el 3 a 1 por la inflación y la suba de los costos internos. En los primeros años de la devaluación se dio un proceso fuerte de sustitución de importaciones, pero eso se paró hace unos años. Obviamente, se ha frenado el crecimiento y hay mucho avance de productos importados. Aquí, la política financiera no apoya el desarrollo industrial y no hay políticas nacionales de fomento o de protección de la industria local, mucho menos de las Pymes industriales como sí ocurre en otros países”, reclamó Julio Totero, presidente de la Asociación de Industrias Metalmecánicas de Mendoza.
¿Qué pasó?
Cómo se llegó a esto cuando siempre se pensó que el mantenimiento de un tipo de cambio alto era una barrera fuerte para la importación de productos. Hay varias razones donde se mezclan errores internos y aciertos externos y coyuntura, explica Mauricio Claverí, especialista en Comercio Exterior de la consultora nacional abeceb.com
El primer gran problema es la inflación. “Todavía existe una ventaja importante para la industria con la devaluación del dólar y el mantenimiento del peso, pero la inflación más elevada del país frente a la del resto del mundo, y en especial con los países de la región, se va comiendo esa ventaja y los más afectados son los sectores mano de obra intensivos que están perdiendo su competitividad”, explicó Claverí.
También se suma la falta de inversiones que permitan acrecentar la capacidad productiva. Sin ella, se ha venido creciendo a fuerza de mayor consumo pero se ha llegado a la saturación de la capacidad instalada y frente a una demanda sostenida sólo hay dos caminos posibles: más inflación o aumento de las importaciones. En cualquiera de los casos, el principal perjudicado es la industria nacional.
Tampoco se puede obviar la crisis energética con los sostenidos cortes de energía (electricidad y gas) a la industria, lo que impide directamente producir y frena incluso nuevas inversiones para aumentar la capacidad instalada. Esto también fomenta las importaciones de un país en crecimiento.
“Falta inversión, tal vez por la inexistencia de un escenario de gobierno favorable y por la ausencia de voluntad por parte del empresariado para invertir”, señaló Claverí.
“Hace rato que venimos viendo y sufriendo la mayor importación. Está viniendo calzado de Taiwán, China y Brasil. Y a la competencia externa se suma la falta de materias primas para producir en la Argentina porque se exporta o falta energía como pasa con el cuero y la goma. Eso hace que haya más calzado de China y Brasil en el mercado. El cuero escasea hace unos cuatro años y la goma por el tema del gas. Y encima ahora estamos parados desde hace 20 días por la falta de cuero y el problema del campo”, se quejó José Botteccia, dueño de B & B, una fábrica mendocina de calzados para trabajar en áreas de más de 80 grados de temperatura.
B & B es una empresa familiar que opera en Mendoza desde hace 60 años. Ya van por la segunda generación en la fabricación de zapatos para las caleras del país.
La industria mendocina, como la nacional, también sufre de un sistema impositivo heredado y mantenido desde los ‘90 donde se prioriza la importación por encima de la industria nacional, según reclaman los empresarios del sector.
“La chapa de acero inoxidable cuesta U$S 6,6 el kilo. Las empresas extranjeras instaladas en la provincia tienen la opción de ingresar las chapas como tanques desarmados y con esto han hecho polvo la industria nacional porque ellos no pagan arancel de importación y nosotros, cuando traemos este material, sí tenemos que pagar el 18%. El problema no es de ineficiencia nuestra, sino la ineficiencia impositiva de este país”, criticó Mauad, de Intrial.
“Hemos tenido como única arma de protección el tipo de cambio, pero con la inflación eso se ha perdido y no hay políticas de protección ni de desarrollo de la industria nacional. No se han modificado en nada regímenes de importación que vienen desde al época de la convertibilidad que sólo privilegian lo importado. Ni hablar de cuando queremos exportar, ya que chocamos con las barreras que tienen los otros países y encima tenemos que pagar retenciones, que tienen reintegros (6%) pero se vienen a cobrar no antes del año y medio, por lo que se terminan licuando con la inflación”, reclamó Concatti, de Fast Mecanizados.
Consecuencias
“Es una cuestión de costos. Llega mercadería a muy buen precio desde el exterior aún con todo en blanco. Esto nos está afectando porque teníamos talleres propios y externos con los que estamos dejando de trabajar. Yo este año importe la mitad de la producción y el año que viene seguramente importaré el 90%. Yo son comerciante y fabricante, pero el principal damnificado es el industrial que produce telas y prendas. Basta ver los comercios y la mayoría de la ropa está traída del exterior”, explicó la dueña de una de las principales marcas de indumentaria de Mendoza que prefirió no dar su identidad.
Frente a este escenario, la industria viene cayendo y el panorama no es alentador de aquí a fin de año.
Tomando datos relevados en Mendoza por el Instituto de Desarrollo Industrial, Tecnológico y de Servicios (Idits), la tendencia a la baja se empieza a ver a partir de 2007.
Con sólo los seis primeros meses relevados de ese año (ver cuadro) las ventas registran una caída en relación a fines de 2006 de 16%, el personal ocupado una baja del 4% y la productividad (horas trabajadas necesarias para fabricar el bien que da origen de la empresa) se retrajo 17% en ese período. Y esto es sólo el principio,ya que lo peor se ha empezado a ver recién sobre fines del año pasado y en lo que va de este.
“Lo que se está viendo en el sector industrial son dilaciones en el tiempo de algunos proyectos de inversión. También se han bajado las tareas de mantenimiento y las reparaciones de maquinarias. Las industrias están siendo muy cautelosas y ése es el primer indicador del parate”, explicó Totero.
Hasta dónde puede llegar el parate o si esto se puede convertir en una recesión, que destruya empleos y haga bajar el nivel de consumo para luego en cascada afectar al resto de los sectores de la economía, va a depender de qué pase de ahora en adelante.
Según explicó Mauricio Claverí, todo va a depender de cómo se mantengan la demanda interna argentina. Si se sigue creciendo sin inversión y continua este nivel de inflación, van a seguir subiendo las importaciones por pérdida de competitividad de los sectores industriales del país.
Depende también de lo que hagan los gobiernos nacional y provincial al respecto. El Estado puede aplicar políticas sectoriales de protección de la industria como freno de las importaciones más allá del tipo de cambio. O si también se facilita la inversión productiva y de infraestructura energética para intentar crecer con menos inflación.
“También hay que tratar de promover en la sociedad y en los consumidores el compre argentino. Hay que tomar conciencia de que es generación de trabajo para la provincia y el país. Pero lamentablemente esta discusión no se da porque todos quieren ir y comprar lo más barato y esto puede hacer quebrar a más de una empresa”, opinó Totero.
Adolfo Brennan, de la Cámara de Empresarios del Centro, hace su análisis, en base a la foto de la actualidad: “Han aparecido algunas cosas importadas pero aún no son masivas. Las empresas locales siguen siendo competitivas y no hay problemas de abastecimiento. Y si hay un corrimiento todavía no es preocupante, aunque siempre es un problema industrial. El comercio compra lo que le resulta más conveniente para vender.
Fuente: Diario Los Andes
http://www.losandes.com.ar/notas/2008/6/15/economico-364215.asp
